sábado, 16 de enero de 2016

Capítulo 2 - EL GOBIERNO MIENTE

“La gran masa del pueblo... puede caer más fácilmente víctima de una gran mentira que de una pequeña.”

Adolf Hitler




El dolor de cabeza al despertar, me decía claramente que el día no sería para nada alentador. El mismo dolor punzante que me acompañaba al menos dos veces a la semana después de todos los problemas. La luz que entraba por las ventanas solamente lo hacía más intenso.


Tome aire, me senté en la cama, pasé un rato en esa posición, como si eso solucionaría algo.


Me puse una blusa azul que la usaba siempre en casa, ya era vieja, pero muy cómoda, tenía un escote no muy brusco y sus mangas eran largas, excelente para la estación, jeans azul claro y un tenis deportivo que los había comprado hacía muy poco tiempo con la ilusión de comenzar a hacer deporte. Pensaba salir a correr con mi mejor amiga todas las mañanas, pero por múltiples razones simplemente lo postergaba.

Sentí voces en el piso inferior, se oían gritos de ovación y silbidos, sonreí ya que hacía mucho tiempo que no me levantaba con ese panorama. Tom los domingos se levantaba a las 8:00 para mirar los partidos de fútbol, nunca entendí esa manía de los hombres de pasarse 2 horas viendo como 22 hombres corren detrás de una pelota, si lo dejaba él se pasaría todo el día bebiendo cervezas y mirando la televisión. Incluso algunas veces lo sorprendí mirando partidos de torneos anteriores, partidos que ya tenían como mínimo 10 años de antigüedad, siempre se defendía, decía “ Estos partidos son la historia o esta fue la final que definió el campeonato del 98”, yo simplemente me reía.
Lo único que me consolaba de todo esto, era que él se distraía por un momento, su mente se apartaba de los problemas familiares, estoy segura de que si pasábamos todo el día mirándonos las caras, no dudaríamos en sacarnos los ojos.


Cuando entré al baño, vi que era un desastre, el piso estaba todo mojado, la toalla tirada en la esquina detrás de la puerta, su ropa sucia estaba sobre las toallas limpias. Exploté de enfado, pero mi cabeza ya era una catástrofe. Las punzadas se generaban a los lados de mi frente, así que, respiré suave y detenidamente. Me dije a mi misma: 


Calma, es solo secar, no voy a pelear hoy, déjalo con su estúpido partido.


Si hay algo que no soporto es el desorden y la suciedad, soy muy estricta en esos aspectos, soy todo lo contrario a mi hermana menor, esos días de vivir juntas por suerte habían terminado, los enfrentamientos diarios eran siempre por la misma razón, el desorden.



Baje por las escaleras y lo vi sentado en el sofá frente al televisor, en la mesa a su lado había dos botellas de cerveza vacías.


- ¿Que quieres de desayunar? – Me dijo mientras intentaba esconder con su brazo los envases vacíos.


- ¿Son las 9 de la mañana y todavía no desayunaste? – Mirando las botellas le dije –No es necesario escóndelas, ya las vi.


-Si las encontré en la heladera y bueno me las tomé antes de que te levantaras, pero se me pasó el tiempo mirando el clásico italiano. Mi picardía no me salió bien (sonrió).


Mi cara no aceptó la broma, simplemente mostré indiferencia.



-¿Quieres que prepare algo? – agregó.


Dirigiéndome a la cocina dije -Vamos cariño, ¿Crees que no puedo preparar unos cereales para los dos? no seas payaso Tom.



-Como nos levantamos hoy eh… (Ironizo)


El teléfono del estudio sonó, Tom se paró y dijo -Yo voy.


Antes de levantarse Tom cambió el canal, quizás porque no quiso esperar a que yo comenzara a pelear por ese tema, simplemente lo hizo sin más. Puso un canal de noticias, estoy segura que presionó el primer botón que vio.

Camine hacia la barra puse los cereales y los 2 platos en la mesa, comencé a mirar lo que la chica de las noticias decía: “Los disturbios comienzan a aumentar a medida que también lo hace la presencia militar”. Mostraron algunas imágenes donde se encontraban militares acordonando zonas y custodiando edificios importantes. Estaban evacuando algunos lugares públicos donde se habían comunicado posibles atentados. Los más comprometidos parecían ser los estados de Georgia, Alabama y Misisipi. Inmediatamente comenzó un comunicado del ministro de defensa, explicó que por el momento tenían bajo control, "Los ciudadanos no tienen nada que temer, ya lo tenemos controlado, pronto solucionaremos esto.”


Parecía ser que estaba obligado a decir eso, porque su cara decía todo lo contrario, mostraba mucha inseguridad.

Después de eso siguieron con el tema, dijeron “A los compañeros de producción les acaba de llegar un archivo de vídeo, generosidad de la cadena BBC, es muy fuerte se recomienda discreción...”



Tom apagó el televisor y comenzó a hablar -Me llamó el capitán Johnson, ¿te acuerdas de él?

-Sí, ¿Qué dice? –pregunté, mirando la tele y con ganas de seguir informándome sobre lo que estaba ocurriendo en el país.

-Me llamó para avisar que mañana ingreso más temprano que de lo normal. Parece que se les fue un poco de las manos la situación.

-¿A que situación te refieres Tom?.

- Parece que los disturbios siguen creciendo, anoche intentaron asesinar a un general de la naval, se cree que los rebeldes se están organizando cada vez más, pretenden controlar la situación antes de que se salga de sus manos.


-¿Crees que llegarán aquí?- Pregunté asustada.


-No lo creo, seguro deben tener controladas y custodiadas las salidas de los estados rebeldes. Quieres ir a comprar provisiones, así mañana no vas sola, ¿te parece?.


Subimos a nuestro auto era un Ford Fiesta 1.6 del año 2009, color negro. Fue un regalo de bodas de los padres de Tom, ellos eran muy amables conmigo, pero vivían en Kentucky, lográbamos verlos solamente una vez al año, la última vez que los vi fue en el funeral de mi pequeño, desde ese momento hasta hoy solo intercambiamos llamadas telefónicas.


Llegamos al supermercado, estaba con más gente de lo normal, pero todos actuaban con normalidad, a pesar de todo el pesado ambiente por el que estábamos viviendo. Pensando a futuro comenzamos a comprar alimentos con larga duración de vencimiento, para prevenir en caso de que los problemas se trasladaran a nuestro estado, en ese caso todo sería más difícil.

Cuando llegamos a la caja esta tenía una fila larga de al menos 12 personas con muchos productos, nosotros estábamos en el decimotercero lugar, un largo tiempo de espera.

-¡¡¡CAJA LIBRE!!!- ese grito llenó cada rincón del supermercado, todos reaccionaron sin dudar, me pareció conocida la voz en el instante que la oí. Generó una reacción en cadena, una señora mayor de metro y medio de altura fue la única que pudo llegar antes que nosotros, incluso en la parte trasera ocurrieron algunas discusiones por los lugares.

El cajero era un amigo nuestro, Jimmy un chico de 23 años que trabajaba para poder irse a Nueva York y así poder acabar sus estudios ya que su madre no podía sustentarlo económicamente, y su padre no daba importancia a la familia. Es un buen chico, lucho  toda su vida, la muerte de su abuelo en un accidente automovilístico cuando tenía solamente 7 años perjudico su inocencia.
El abuelo de Jimmy, llamado Greg iba por la autopista William Penn Hwy Nº 22, en el carril de alta velocidad, llevaba a Jimmy en el asiento del acompañante, se dirigían a una casa de campo que tenían a las afuera de la ciudad, iban a unos 120km/h.
Una de las ruedas del choche explotó, haciendo que Greg perdiera el control del vehículo. El auto choco contra la barra de contención, y dio muchas vueltas antes de quedarse destruido en medio de la autopista.
Jimmy estaba muy herido pero consiguió salir por la ventana trasera, su abuelo permanecía inconsciente dentro del auto, el choque hizo que el tanque se rompiera y este comenzó a derramar combustible.
Jimmy tuvo que presenciar como su abuelo por parte de madre moría calcinado dentro  del auto, estoy segura que lamentablemente esas imágenes jamás se borrarán de su memoria.

Tengo vagos recuerdos de su madre llegando todas las mañanas cargando a su niño en la parte delantera de la bicicleta. Trabajaba en la casa de mis padres de 8:00 a 16:00, limpiaba la casa de punta a punta y hacía unas comidas exquisitas. Su hijo entraba a la escuela a las 9:00, para ahorrarle tiempo era yo quien lo llevaba, no me importaba ya que en esa época tenía el mismo horario de entrada al instituto, quedaba a dos cuadras solamente de distancia.

Nunca me olvidaré de una charla que tuvimos un día camino a la escuela, fue un viernes, hacía dos semanas solamente cumplidas después de aquel trágico accidente, la recuerdo como si fuera hoy. Me dijo:

-Em, ¿crees en los angelitos?- pregunto mientras caminaba agarrado de mi mano y miraba el suelo.

-Sí, claro que creo, ¿Porqué lo preguntas?

-Mi mamá me dijo que mi abuelito se fue al cielo y que ahora él era un angelito. – su voz era tan tierna como una melodía.

-Yo también creo que él está en el cielo, desde allá él te manda besos y abrazos todos los días.- La respuesta que di no fue muy inteligente pero su pregunta me dejo bloqueada y no pude en ese momento pensar en algo mejor.

-Em estaba pensando si… -El silencio que se generó fue lo que me hizo fijar la atención en lo que decía, sin duda quería decir algo pero no se animó.

-Si Jimmy, continúa.

-El otro día vi en la tele que un papá mató a toda su familia y después se disparó porque quería que estén todos juntos en el cielo. Estaba pensado… si mamá y yo nos matamos. ¿Vamos a estar junto a mi abuelito?

Termino de decir eso y levanto su carita frágil, me miró fijo a los ojos por unos segundos. Quedé en estado de shock no sabía cómo reaccionar, las palabras que salieron de su boca, se repetían en mi cabeza una y otra vez. Mi corazón se aceleró y mi presión bajo repentinamente, no fui capaz de articular ninguna palabra.

Caminamos en silencio hasta la entrada de su colegio, lo miré a los ojos y le dije-Tú y mamá tienen que quedarse aquí, porque de esa forma él puede ayudarlos desde arriba, aunque lo extrañes mucho no es necesario que tengas que encontrarte con él ahora, algún día llegará el momento, mientras tanto debes quedarte, para cuidar a tu mamá, a mí e incluso a tu padre, ¿ok?.

Jimmy asintió con la cabeza, sus ojitos se llenaron de lágrimas pero hizo fuerza para no llorar.

Cuando entraba al colegio lo llamé y le dije: -No vuelvas a repetirle a nadie lo que me dijiste ¿ok?, va a ser nuestro pequeño secreto.

-Sí - Me dijo con una sonrisa en su cara.

Ese día no llegue al instituto me quedé sentada en un banco de una plaza llorando y pensando todo lo sucedido. Me di cuenta de cuánto daño puede causar a un niño sufrir una tragedia como esas, llegar a pensar en suicidio con solo 7 años, alteró mucho mi forma de pensar. Desde ese momento agradecía a Dios todos los días por permitirme tener a todos mis familiares a mi lado.

Después de que la señora mayor fue despachada con toda la amabilidad que Jimmy siempre atendía, pasamos al frente, sonrió al vernos.

-Hola Em, hola Sr. Park.

-Jimmy solo dime Tom, ya somos amigos.-Tenía razón ellos se llevaban muy bien. Por casualidad Tom tenía solamente 8 amigos y muchas veces tenía que  invitar a Jimmy para que formara parte de su equipo de fútbol 5.

-Perdón (sonrió), pero… ¿Para qué tanta comida?, el Gobierno dijo que todo está controlado, ¿No lo escucharon?

- Si pero parece que se complicó un poco, ahora están diciendo que por precaución debemos hacer las compras ahora, ya que si llega a pasar algo los lugares como estos van a estar sobre poblados. - Respondió Tom.

-Bueno eso tiene mucho sentido, espero que no sea cierto sino tendré que trabajar el doble – dijo Jimmy mientras pasaba las latas por el lector.
Todavía estaba concentrada en las compras, ni me di cuenta que Tom y Jimmy estaban hablando. Quise participar.

-¿Cómo está tu madre?, ¿Mejoró con las pastillas que le dí? – pregunté.

-Si está mucho mejor, la gripe ya se le fue, menos mal ya me tenía cansado, se pasaba todo el día estornudando.
Comenzamos a reírnos, Jimmy era muy simpático y verlo como había crecido me daba alegría, es impresionante como pasan los años. Parece como si fuera ayer cuando este chico era solo un niño y se pasaba el día jugando con Betty (mi hermana) y conmigo. Se crió junto a nosotros era como un hermano más.

Su supervisor vio como hablábamos mientras él nos atendía, era una de esas personas que por tener un puesto un poco superior a otras se creen que son el centro del mundo y pueden tratar mal a todo lo que esté por debajo de él. Con cara de enfado dijo:

-Vamos Jimmy no es hora de socializar hay mucha gente en la fila, hace una semana que estas aquí y ya es la tercera vez que te lo advierto.

-Es mejor que se vayan antes de que me corran. – dijo Jimmy en tono de broma.

Cargamos todas las bolsas en la valija del auto, eran demasiadas así que algunas las tuvimos que poner en el asiento trasero.

Cuando subimos al auto, Tom me miró y me besó por un largo rato algo andaba mal en él, quizás por la llamada que había recibido, algún dato que no me había dicho lo estaba preocupando.

El camino de vuelta fue silencioso, solo se escuchaban el ruido de las bolsas de compras sacudidas por el viento que entraba por la ventana de Tom.

Llegando nos encontramos con una caja grande justo delante de la puerta, en ella decía Soldado de primera clase Tom William E., nuestra dirección y algunos datos numéricos que no supe identificarlos.
Tom se sorprendió al verla, y tratando de disimular abrió la puerta y la empujó con el pie para adentro.

-¿Que es eso Tom?- Pregunté curiosa a la vez que asustada.

-Nada son cosas que me mandaron para mañana. Ven ayúdame a bajar las bolsas.

De vuelta en la cocina aquella caja de color marrón oscuro con letras rojas muy llamativas seguía sobre la mesa, la mirábamos de reojo cada vez que pasábamos a su lado mientras seguíamos descargando las compras.

-Em, tráeme un cuchillo, hay que abrir esto. – dijo mientras la señalaba y colocaba las dos bolsas restantes sobre la mesada.

La abrimos con cuidado, parecía no tener fondo comenzamos sacando una pistola Beretta 9 mm, un uniforme raro, color amarillo como los que estaban vestidos los militares en la televisión, y unos sobres con instructivos sobre como ponerse el mismo.

Asombrada pregunté- ¿porque tienes que usar eso?
Me respondió - No lo sé, pero lo bueno es que te puedo dejar la pistola.




-Un momento ¿DIJISTE DEJAR? -así es, me estaba abandonando una vez más, no lo podía creer comencé a gritarle descontrolada - ¿OTRA VEZ?, te vas sin más,¿a donde te van a mandar? ¿por qué no me dijiste desde un principio que tenías en mente hacer esto?, no me quieres, nunca lo hiciste, siempre cuanto te necesito te largas y me dejas sola sufriendo y llorando todo el día.


-Están necesitando a todos los militares en servicio, los llamados comenzaron  ayer, hoy ingresaron 12 batallones nuevos y el mío esta en esa lista, a cambio me pagarán muy bien.

-¡¡¡DINERO!!!, ¿Es por eso?, ¿te importa más el dinero que quedarte conmigo?

-¿Por qué crees que me voy a cumplir esta misión?, es para la seguridad de la sociedad, para tú seguridad, viste como están esas zonas, ¿quieres que se haga general?

-¡¡¡VETE!!!, ve con tus superiores y amigos de una vez por todas, déjame una vez más, ¡¡¡VETE!!!. – Comencé a llorar sentada en una de las sillas del comedor, las lágrimas comenzaron a caer sobre la mesa, estaba desamparada, mi vida parecía un dejavu. Estaba segura de que ya había pasado por esa situación un par de veces.

Tom quedo sentado en una silla frente a mí, en silencio solamente observaba como lloraba, no dijo ni una palabra. Eso me enfado porque esperaba que respondiera para poder seguir gritando y sacarme todo ese dolor e ira que me recorría por las venas, pero se quedó ahí, mirándome con cara de tristeza.

Después de un lago rato en silencio se levanto y dijo -Mañana por la mañana me pasan a buscar. Perdón pero me tengo que ir....

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